El "Perdón" Cristiano

—Te quiero pedir perdón por lo del otro día... Me equivoqué, soy culpable de ofenderte, espero me puedas perdonar. Pondré todo de mi parte para que no vuelva a suceder.

—Mmm... Pseee, y es que mira, tú no te detienes a pensar que yo... (* Dos minutos de quejas *).

—Sí, por eso te he pedido perdón, me doy cuenta de que no actué de manera correcta.

—Claro, no consideraste que yo estaba esperando que estuvieras presente, y además... (* Otros 3 minutos de recriminaciones *).

—Exacto, fui insensible y estoy arrepentido, es por eso que te he pedido perdón, espero puedas hacerlo y pues...

—Si, yo te perdono, nada más te digo que no es posible que seas tan descuidado, me ofendiste y parece que no te importó porque, fíjate... (* Ahora 5 minutos de recordar todas las ofensas pasadas *).

—Bueno, en fin, gracias por escucharme y perdonarme...

—¿Y ya, nada más así? En verdad que me sorprende tu desfachatez; crees que fue algo simple y que nada más con decir "lo siento" ya queda todo resuelto, ¡que barbaridad!

—Pero, es que te he estado tratando de expresar mi más sincero arrepentimiento...

—Sí, sí, ya. Te perdono. Pero que conste que... (* ¡"De nuevo la burra al mais"! *)

—(* suspiro *)

¿Te parece un diálogo exagerado? Pues muchos cristianos son como el ofendido de la conversación de arriba. Tal vez no hablen tanto, pero en sus corazones, se guardan y acumulan tantas recriminaciones, tantas memorias de ofensas, tanta falta de perdón, que la amargura va echando raíces de tal forma, que crecen profundas y esa amargura se vuelve casi imposible de desarraigar.



En primer lugar, hemos recibido el mandato de perdonar y hasta de soportar a nuestros hermanos. Mira lo que dice Colosenses 3:13: “soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. (Podemos entenderlo de la siguiente manera: Soportándonos mutuamente en las ofensas presentes y perdonándonos, también mutuamente, de las ofensas pasadas).

Y en segundo lugar, en Hebreos 12:14-15 se nos advierte acerca de lo dañina que puede ser la amargura: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”. (La amargura no sólo carcome al amargado, también lo hace con los de alrededor).

Perdonar no es fácil, se requiere de un cristiano verdadero para ello.

¿Puedes tú perdonar verdaderamente a tu hermano?


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Bastante cierto... Huvo una vez un amigo que no le importaba ofender a otros, porque según él aquellos que se sentían ofendidos o se llenaban de sentimientos, se estaban comportando como "Almáticos" entonces no pedía perdón... pero cuando alguien hacia algo que lo hacia sentirse ofendido, entonces se llenaba de rencor y no le interesaba siquiera pensar en perdonar. Hay un libro de Richard Blackaby que habla de los cristianos desprovistos de gracia. Es triste, pero cierto. Tenemos tanto que aprender y tanto por crecer aún. La madurez es un proceso eterno. (El libro es "Refleje la gracia de Dios" por si a alguien le interesa)

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