¡Señor, sálvanos, que perecemos!

"Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza" (Mt 8:25-26, énfasis mío).

Hoy sesionan los médicos y estarán revisando mi caso.

Estoy viviendo momentos difíciles junto con mi familia, como cuando los discípulos iban en aquella barca que hacía agua en medio de la tempestad; pero el Señor Jesús nunca abandonó la barca y, a pesar de la fe pequeña de aquellos hombres, Él calmó los vientos y al mar. La tormenta no ha terminado pero tampoco el Señor nos ha dejado, ¡gloria a Él!



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