"Cuando te toca, ni aunque te quites, y cuando no te toca, ni aunque te pongas"
Hace 31 años, yo trabajaba en Televisa Chapultepec, justo en el edificio que colapsó durante el terremoto del '85, el que puedes ver en la imagen. Sí, fue impresionante y cuando lo vi en persona ese mismo 19 de septiembre, no lo podía creer. Pero Dios tenía otros planes para mí, como podrás notar, y me permitió seguir sobre esta tierra. De hecho yo tenía dos trabajos por aquellos días, y justo en estas fechas, estaba de vacaciones en ambos.
En esa época, en algún punto de esta misma ciudad, vivía mi amigo de la niñez, Carlos Trujeque Martínez. Con él pasé muchas, muchas horas de juego, justo afuera de la vecindad en donde vivían nuestras familias: fútbol en la banqueta, canicas y rayuela, tacón y al trompo, balero y matatena y no sé cuantos juegos más. En el '85, Carlos estaba casado y con dos hijos, con quienes vivía en el trístemente célebre edificio de "Super Leche" y trabajaba, junto con su esposa, en un edificio de la Marina, en el centro de la Ciudad de México. Unas horas después del terremoto, me enteré de que, tanto el edificio de la Marina como el edificio "Super Leche" habían colapsado durante el movimiento telúrico. Y, no me preguntes cómo, me enteré de que Él junto con su esposa, al igual que yo, estaban de vacaciones.
Estando de vacaciones pero sin haber salido fuera de la ciudad, a la hora del terremoto ellos se encontraban en su departamento, en el edificio que cayó. Bajo diferentes circunstancias, hubieran estado en su oficina, justo en el edificio que también sucumbió en el terremoto. Como decimos en México: "Ya les tocaba". Traté de llegar hasta el edificio de "Super Leche". Esa tarde-noche nadie caminaba por las calles conmigo, ni una sola alma en esa zona: me parecía que andaba en un "pueblo fantasma". El olor enrarecido del aire y el sonido estridente de trabajo de demolición a la distancia, eran mis únicos compañeros. Lo intenté, quise llegar hasta el edificio pero el ejercito me lo impidió, y tan solo pude ver, a una distancia de unas cuatro cuadras, cómo la maquinaria pesada removía los escombros del edificio. Después de eso, unos días más tarde, fui a diferentes lugares en donde se improvisaron morgues, pero su nombre nunca apareció en las listas. Carlos, junto con su esposa e hijos, terminaron sus días sobre esta tierra ese septiembre del '85.
¡Imagínate que impresión! La misma circunstancia: vacaciones, pero un plan diferente de parte de Dios para cada uno. Ese día, 19 de septiembre de 1985, los dichos: "Nadie tiene la vida comprada" y "Cuando te toca, ni aunque te quites, y cuando no te toca, ni aunque te pongas" cobraron un significado muy real en mi vida. Dios tiene un propósito para mí y uno para ti; Dios tiene el control y Dios es soberano, tan difícil y tan complicado de aceptar como esto sea, esa es la realidad. Y también entendí que, aunque en mi carácter está impreso el proteger y defender hasta el último aliento a los míos, toda instrumentación humana para la seguridad de las personas, es relativa y nos hace vivir falsamente seguros. El único que lo sabe todo y que tiene el control de todo y que define el límite de nuestra existencia, es el Creador. Claro, debemos hacer lo conducente y apropiado en cuanto a los cuidados, protección y seguridad de los nuestros y de nosotros mismos; es nuestra responsabilidad. Pero nuestra confianza debe estar fincada solamente en Dios.
Si hoy volviera a ocurrir un terremoto y me tocara estar en un edificio que colapsara, sé que al morir, cerraré los ojos en este mundo y los abriré en la presencia de Dios y estaré con Él para siempre, ¿y tú?
Si entonces hoy tiembla y estás en un lugar del cual ya no salieras, ¿dónde pasarás la eternidad? No pienses que por vivir o trabajar en una construcción de una planta o porque ya no haya temblado tan fuerte en 31 años, estás totalmente exento de vivir lo que mi amigo Carlos. Por supuesto, no deseo que eso te ocurra; tampoco yo estoy exento de pasar por algo así. Solamente pregunto, ¿no será que hoy vives falsamente seguro y por ello no has pensado en dónde estarás dentro de 150 años?
Digo, pero también pregunto.
Toma unos minutos, te lo ruego, lee el artículo "Falsamente Seguros" y piensa con seriedad y detenimiento, ¿cuál será tu destino después de esta vida?
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