La rosa y el sapo
Leído en algún lugar de Facebook, adaptada aquí por David Franco
En un jardín había una hermosa rosa, pero nadie se le acercaba porque a su lado estaba un sapo grande, gordo y feo: era su amigo.
Un día, la rosa tuvo la tonta idea de que el sapo la hacía verse menos hermosa, y entonces muy enojada, reclamó al sapo: "¿Porque no te alejas de mi?". Así que el sapo —muy triste—, decidió alejarse croando entre dientes: "Pensé que eramos amigos".
Después de una semana, el sapo pasó por ahí y viendo a la rosa marchita, le pregunto: "¿Que te pasó?, ¿por qué tus pétalos se están marchitando?".
La rosa, visiblemente maltrecha, respondió con un dejo de resignación: "Es que las hormigas me comen día y noche y nada puedo hacer para alejarlas". El sapo respondió mientras miraba la fila de hormigas que subían y bajaban el tallo de la rosa: "Cuando yo estaba a tu lado, no las dejaba ni siquiera acercarse y me las comía antes de que te hicieran daño; por eso lucias tan hermosa".
Muchas veces somos como la rosa: no nos damos cuenta del bien que nos hacen los que están a nuestro lado, los menospreciamos sin darnos cuenta de que lo único que desean hacer, es protegernos.
No seamos como la rosa. Valoremos a los amigos que de verdad lo son, y a familiares que nos rodean porque —aunque a veces no nos demos cuenta—, están ahí para nuestro bien.
Y seamos como el sapo, procurando el bien de los nuestros sin esperar nada a cambio, sino la satisfacción de verlos hermosos y florecientes.
"En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia" (Proverbios 17:17).
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