"Tus" posesiones, échalas de ti... mejor te es perderlas...
Cuando hay algo, "propiedad" de la iglesia —un edificio, un campamento, un templo, una escuela, una cuenta bancaria o cualquier otra cosa—, que provoca a esta, o a algunos miembros, a codiciar el poder de decisión y el control económico para lograr algún fin, no importa que dicho fin sea "noble y santo", y no importa que se declare que es "para la gloria de Dios y la expansión del Evangelio", el destino de ese "algo", debería ser considerado a la luz de tres verdades:
1. Ese "algo" ha llevado a la iglesia al pecado de la codicia —y seguramente a pleitos y otros problemas—, que es ofensa a Dios y a los hermanos (Éx 20:17; Ro 13:9),
2. Ese "algo" se ha convertido en un ídolo, lo cual abomina nuestro Dios (Éx 20:4-6; Lv 26:1) y
3. Nuestro Señor Jesús dijo que si en nuestra vida existe algo que sea ocasión de caer en pecado, debemos desecharlo (Mateo 5:29-30).
¿Cuál es entonces el destino, necesario por obediencia y salud espiritual, de tales cosas?
Lo sé, es algo radical y no es fácil responder que haremos lo correcto: DESHACERNOS DE ELLO... allí la comprobación de lo dicho, respecto del ídolo en que tales cosas se han convertido. Este sería un buen momento para preguntarnos: ¿es Dios y su Palabra realmente lo más importante en nuestra vida, en la de nuestra familia, en la de nuestra iglesia?
¡Cuánto necesitamos arrepentirnos, pedir perdón a nuestro Dios, volver a Su Palabra y obedecer sin importar el costo!
"Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno" (Mt 5:29-30).
"no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2 Co 4:18).
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