Cielo abierto o habitáculo cerrado, ¿en cuál estás?


Hay hombres a los que Dios les ha dado alas y los ha puesto en un cielo amplio para volar y para que con su "vuelo", cumplan los propósitos divinos. Hay otros hombres que, en contraste, no reciben alas de parte del Señor y son puestos en lugares reducidos para que de manera semejante, con su "encierro", cumplan los propósitos del Creador.

A lo largo de la historia de la cristiandad, podemos encontrar ejemplos de ambos casos: cristianos que pudieron viajar durante años por toda el África y cristianos que permanecieron encerrados en las cárceles de la China por muchísimo tiempo, por citar dos ejemplos. Pero también sabemos de cristianos que en vidas "más ordinarias", no experimentaron limitaciones tan severas como otros que por problemas, discapacidad, enfermedad o necesidades propias o de la gente cercana a ellos, tuvieron que vivir con limitaciones de distinta índole, o simplemente, que por cumplir con responsabilidades extraordinarias, han vivido al margen de lo que la mayoría consideraría una vida "normal y en libertad".

En las Escrituras podemos ver ejemplos de esto también. Quizás un ejemplo que casi todo cristiano puede traer a la memoria fácilmente, sea el del apóstol Pablo, quien durante los primeros años de su ministerio, pudo realizar tres viajes misioneros, pero que hacia el final de su vida, fue encarcelado y vivió también en arraigo domiciliario. Podemos ver claramente que Pablo buscó la voluntad de Dios estando en ambas circunstancias, con el resultado de ser un sirvo útil en la expansión del evangelio en todo momento.

Si hoy te ves con alas y en el cielo abierto, entiende qué es lo que el Señor quiere de ti y vuela para Él, para su gloria y para cumplir Sus propósitos.

Si por el contrario, no tienes alas ni tampoco las llaves para salir del habitáculo en el que estás, busca lo que Jehová Dios desea hacer contigo y vive tus limitaciones para Él, para glorificar su nombre y para que Su voluntad se cumpla en ti.

Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.
no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios
Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.

(Efesios 5:17; 6:6; 1 Pedro 3:17)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Gracias a Dios por esta publicación, ha sido de mucha edificación !!!

Sonia.

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