¿Cuándo hablar?
¿A qué hora? ¿Bajo qué circunstancias? ¿Cuándo debemos hablar las verdades eternas de la Palabra de Dios?
Le decía Pablo a Timoteo: "que instes a tiempo y fuera de tiempo" (2 Timoteo 4:2b). En otras palabras, cuando sea políticamente correcto y cuando sea políticamente incorrecto. Cuando te sientas oportuno haciéndolo y cuando no, también. Las verdades eternas no cambian de acuerdo con las circunstancias que vivimos. Escucharlas cuando todo lo que hacemos va en la dirección correcta, nos da tranquilidad, paz y certeza. Escucharlas cuando lo que hacemos va en contra de ellas, nos reprende, redarguye y nos anima a corregir el rumbo.
El comentario Jamieson-Fausset-Brown lo expone de la siguiente manera: que "seas urgente, celoso en toda la obra del ministerio [...] en todas las ocasiones; sea que ellos consideren oportuno o inoportuno tu discurso. 'Así como las fuentes, aunque nadie saque agua de ellas, continúan fluyendo; y los ríos, aunque nadie beba de ellos, todavía corren; así nosotros debemos hacer todo lo que esté de nuestra parte, en hablar, aunque nadie nos preste atención.' [Crisóstomo, Homilía 30, vol. 5., p. 221]. Creo yo con Crisóstomo que está incluída también la idea de ocasiones cuando le fuera oportuno o inoportuno a Timoteo mismo; no meramente cuando le sea cómodo, sino cuando le sea incómodo...".
"Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio" (2 Timoteo 4:1-5).
Cumplamos, pues, nuestro ministerio.
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