"Una golondrina no hace verano"
¿Has escuchado la frase: "una golondrina no hace verano"?
He escuchado segmentos de sermones de algunos "ungidos" y "apóstoles" y "profetas" que hasta parece que están basados en La Biblia. Pero nunca me bastan 5 ó 10 minutos para calificar al mensajero ni al mensaje como "bueno" o "doctrinalmente correcto". En ocasiones harían falta unas 10 horas de sus enseñanzas, de esas que imparte en la "intimidad" de su grupo o congregación para evaluarlos, aunque por lo regular, a los 30 minutos ya sabes de donde vienen y a donde van. En otras ocasiones, saber qué libros han escrito te lo dice todo. Y ya a estas alturas, en muchos casos, el simple nombre de quien habla enciende las luces rojas. Pero sea cual sea la "técnica" de evaluación, el parámetro es La Santa Biblia, toda ella, y nunca solamente los versículos que usan en sus discursos —si acaso citan alguno. Aunque para ello, debes estudiar Las Escrituras y no nada más asistir al templo cada domingo a calentar la banca, como un gran porcentaje de "hermanos" acostumbran en nuestras iglesias.
Cuando escuchemos algún mensaje, de esos en mp3, video o en vivo de alguno de esos que se publicitan como los grandes predicadores, ungidos, apóstoles, profetas y demás, seamos como los hermanos de Berea: no importa que sea el mismísimo Pablo o Silas, si el mensaje no está respaldado por La Escritura, no es de Dios, por bello, bonito, alentador o "poderoso" que pueda sonar. Deséchalo, "una golondrina no hace verano".
He escuchado segmentos de sermones de algunos "ungidos" y "apóstoles" y "profetas" que hasta parece que están basados en La Biblia. Pero nunca me bastan 5 ó 10 minutos para calificar al mensajero ni al mensaje como "bueno" o "doctrinalmente correcto". En ocasiones harían falta unas 10 horas de sus enseñanzas, de esas que imparte en la "intimidad" de su grupo o congregación para evaluarlos, aunque por lo regular, a los 30 minutos ya sabes de donde vienen y a donde van. En otras ocasiones, saber qué libros han escrito te lo dice todo. Y ya a estas alturas, en muchos casos, el simple nombre de quien habla enciende las luces rojas. Pero sea cual sea la "técnica" de evaluación, el parámetro es La Santa Biblia, toda ella, y nunca solamente los versículos que usan en sus discursos —si acaso citan alguno. Aunque para ello, debes estudiar Las Escrituras y no nada más asistir al templo cada domingo a calentar la banca, como un gran porcentaje de "hermanos" acostumbran en nuestras iglesias.
Cuando escuchemos algún mensaje, de esos en mp3, video o en vivo de alguno de esos que se publicitan como los grandes predicadores, ungidos, apóstoles, profetas y demás, seamos como los hermanos de Berea: no importa que sea el mismísimo Pablo o Silas, si el mensaje no está respaldado por La Escritura, no es de Dios, por bello, bonito, alentador o "poderoso" que pueda sonar. Deséchalo, "una golondrina no hace verano".
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