¿Qué haces con este "cristiano"?

¿Qué haces cuando un "cristiano" tiene en sus manos (aparentemente) el destino de tu permanencia en un trabajo o como proveedor de un cliente y te das cuenta que lleva solamente un "cristianismo nominal", es decir, sin amor, equidad ni ética, vaya, sin Cristo?
¿Le exhortas con la Palabra? ¿Te quedas callado? ¿Le recitas un salmo imprecatorio? ¿Lo acusas con su pastor? ¿O quizás le presentas el mensaje del Evangelio?... ¿Tú que harías?

...

Primero te enojas. No hay nada de raro ni de malo en ello mientras no te conduzca a pecar, a perder el dominio propio y llegar a la venganza... Dios aborrece la injusticia y por lo tanto, nosotros debemos también aborrecerla, de otra manera, la toleramos y en un sentido, la promovemos. Por ello, enojarse a causa de un injusticia no está mal. (Dice la Palabra en Efesios 4:26: "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo").



Segundo, oras específicamente por la o las personas que están obrando mal en contra tuya... Y los perdonas. Suena imposible, pero no lo es. Difícil, sí y mucho, pero Dios nos puede capacitar para lograrlo. ("Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas" Marcos 11:25).



Tercero, continúas trabajando como para el Señor. Sigues siendo fiel en tus responsabilidades, como todo cristiano debería hacer. (En Colosenses 3:23 leemos: "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres"). Cada uno dará cuentas a Dios: tú y también este o estos "cristianos" de los que estamos hablando (Romanos 14:12).



Cuarto, buscas solucionar todo punto no resuelto o que cause fricción, siempre y cuando se trate de algo negociable. (Romanos 12:18 nos dice: "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres"). Recuerda que no todo es negociable. El mundo dice que sí, Dios dice que no: nada que violente sus principios puede negociarse (Éxodo 20).



Quinto, recurres a las instancias adecuadas. Discutir un punto por resolver con alguien que no tiene la facultad para tomar decisiones al respecto, es perder el tiempo. Todos tenemos siempre una autoridad a la cual someternos y rendir cuentas. (En Tito 2:9 se lee: "Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones").



Y por supuesto, están las cinco cosas por hacer cuando estás pasando por una prueba o problema (haz clic aquí para leer el artículo).

Pero antes de todo esto, ya estabas buscando cada día a Dios, amándole y tratando de obedecerlo en todo, ¿qué no? Ya estabas orando por tus compañeros de trabajo, tus empleados, tus proveedores y tus clientes y hasta por tus enemigos, ¿sí o no? Y ya estabas consciente de que todo —bueno o "malo"— ayuda a bien a los que aman a Dios (Romanos 8:28), ¿verdad? (Si no lo estabas haciendo, ¡empieza ya!).

Así que tu fe (y la mía, por supuesto) está fincada (debería estarlo) en el Dios todopoderoso, omnisciente y amoroso. Y finalmente, déjame decirte que todo se resolverá a tu favor. Seguro.

Pero, ¿y si pierdes tu trabajo o el contrato de cualquier forma? Pues es a tu favor. ¿Por qué? ¡Porque todo ayuda a bien a los que aman a Dios! Lo tenemos que creer; Él lo dijo. No significa que el problema se solucionará en ese preciso instante, pero sí significa que Dios obrará a tu favor en alguna forma que más tarde verás y comprenderás.

Algo más: no olvides que habrá oportunidad de llevarle a esta o estas personas el mensaje del Evangelio en algún momento; no vayas a ignorar esta responsabilidad.

Y no lo dudes: Dios es fiel.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¡Sí! ¡Sermones de 15 minutos y cultos más atractivos!

Todo bien con mi alma

El Rey Incrédulo