¿Llorar? Sí, llorar

¿Llorar? Sí, pero no de desesperanza. Margarita hoy ha sido sanada.

Pero no por los médicos ni de la forma en que un doctor puede hacerlo. Hoy su cuerpo ha sido restaurado, sus heridas lavadas y su corazón ha sido consolado de la enfermedad que le acompañó durante casi quince años. Hoy, hoy danza y canta frente a su Señor, alabándole y dándole todo el honor y toda la gloria y toda la honra que sólo Él, su Padre, merece.

Margarita no sufre más.

Margarita no llora más.

Margarita no recuerda tampoco ni el dolor ni la pena.

Margarita no deja de sonreír.

Margarita... Margarita está hoy recostada en el pecho de Jesús.

¡Cuánto anhelaba su corazón este momento! Y aunque no lo decía, en sus ojos se veía esa inscripción que un verdadero hijo de Dios lleva grabada en el alma: "Señor, cuando tu lo ordenes. Di la palabra y estaré contigo. Quiero estar en tu presencia".

Margarita vive. Vive en nuestros recuerdos. Vive en los corazones de quienes la conocieron.

¡Margarita vive en la presencia de su Señor!

¿Llorar? Sí, pero no de desesperanza. ¿Sentir tristeza? Sí, pero no por incertidumbre. Extrañaremos a Margarita, pero sabiendo que rindió su vida a Cristo en arrepentimiento y fe, tenemos la certeza de que nos encontraremos con ella más allá del sol en donde los redimidos tenemos un hogar.

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (Apocalipsis 21:4)

...

Margarita era mi cuñada. Hoy, Febrero 15 de 2010, Margarita, quien estuvo en paz con Dios desde hace más de 10 años, ha sido llamada por Él a su presencia.

Margarita quería que otros supieran que esta enfermedad que cualquiera calificaría de "maldición", fue para ella una bendición; la llevó a los pies del Salvador.

Margarita quería decirle a otros que Cristo es el único camino al Padre, al perdón y a la vida eterna. Que arrepentirse de sus pecados y poner su fe en Cristo, es la única forma de gozar lo que ahora ella está disfrutando: la vida eterna en presencia del Creador.

Margarita ya no está, pero tú sí. Y si hoy también fuera tu día, ¿llegarías al mismo lugar que ella?

¿Harías algo por ti mismo y que seguramente Margarita te hubiera pedido? Si no estás seguro de responder "sí" a la pregunta de arriba, ¿leerías este artículo: Falsamente Seguros ?


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